15 ago 2012

Los Juegos Olímpicos VI, las pruebas: lanzamiento de jabalina

    Ya estamos con la sexta entrada sobre los Juegos Olímpicos, dedicada al lanzamiento de jabalina. Esta disciplina tiene su raíz en la necesidad de ejercitarse en el manejo de la lanza con el objetivo de la guerra y la caza. El vínculo de este ejercicio con la instrucción militar es común a lo largo de todas las etapas de la historia de Grecia, incluida en la formación física de los jóvenes en la escuela.

   Tanto en la caza como en la guerra, el rendimiento que puede sacarle un hombre a la jabalina será mayor cuanto más grande sea la distancia que consigue alcanzar, y su puntería. Por todo ello es normal pensar que no solo existiesen competiciones en las que hubiera que arrojar la jabalina lo más lejos posible, como por ejemplo en pruebas que predominara la precisión del tiro, lanzando la jabalina hacia blancos fijados en un poste o señalados en el suelo. En los Juegos Olímpicos la prueba de jabalina admitida era la primera, la que consiste en lanzar el arma lo más lejos posible, al igual que en la actualidad. Y al igual que el salto de longitud y el lanzamiento de disco, el lanzamiento de jabalina también formaba parte del pentatlón.

Vaso del pintor Epicteto. Mediados del siglo 520 a. E.
     Las jabalinas destinadas a fines deportivos eran mucho más gruesas, pesadas y hechas con una madera más gruesa a las utilizadas en la guerra y en la caza. La jabalina deportiva era una sencilla vara de madera, flexible, ligera, delgada y de una longitud de 1,50 y 2 m., muy superior a la actual. Existían dos tipos de puntas: la punta afilada, imprescindible en el lanzamiento de precisión sobre un blanco y es posible que se usara en las Olimpiadas antiguas; y la punta roma, usada seguramente en el entrenamiento del gimnasio.

     La diferencia entre la jabalina antigua y la actual (que sigue la tradición escandinava) es que los griegos empleaban una correa de cuero de unos 40 cm. de longitud. Esta correa se enrollaba en el asta dejando al final un lazo que el atleta asía con los dedos índice y corazón, mientras sostenía la jabalina con la palma y el resto de dedos. La correa de cuero añade un impulso adicional a la fuerza del brazo y tiene una mayor estabilidad en el vuelo, lo que se traduce en un aumento de la longitud de tiro.
Diversas maneras de asir la correa

     Y así es como Fernando García Romero describe la técnica de lanzamiento de jabalina:
"El atleta griego tomaba una carrera rápida llevando la jabalina, paralela al suelo, a la altura de las orejas o por encima de la cabeza; poco antes de llegar a la balbís acortaba la longitud de sus pasos, levantaba ligeramente el brazo izquierdo hacia delante y adelantaba la pierna del mismo lado, mientras dejaba atrás la pierna derecha e inclinaba ese brazo hacia abajo, de manera que la jabalina quedara con la punta en dirección al cielo. Por último, con un movimiento rápido y energético, como un latigazo, el lanzador levantaba hacia delante su brazo derecho y soltaba la jabalina, en tanto que la pierna derecha se adelantaba, permitiendo al atleta mantener el equilibrio al tiempo que frenaba su impulso evitando que traspasara la balbís. En el tiro al blanco, en cambio, el extremo de la jabalina no debe apuntar hacia arriba, sino en la dirección de la diana y no es imprescindible la carrera previa al lanzamiento." Fernando García Romero; Los Juegos Olímpicos y el deporte en Grecia. Ausa. Barcelona. 1992.
Disco de bronce de Egina. Mediados del V a. E.

      En la entrada anterior, dedicada al lanzamiento de disco (ver aquí), los atletas arrojaban la jabalina desde la balbís, lugar desde donde también se efectuaba la salida de las carreras. Para dar por válido el lanzamiento había que cumplir unos requisitos: la jabalina debía caer de punta o al menos dejara una señal suficiente para permitir la medida sin dudas; otro requisito era que tanto el atleta como la jabalina no debían sobrepasar un límite.

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